Las úceras de piel, también conocidas como úlceras cutáneas o lesiones ulcerosas, son áreas de tejido dañado que se forman en la piel. Se caracterizan por la pérdida de la epidermis (la capa más externa de la piel) y, en algunos casos, de las capas subyacentes, lo que resulta en heridas abiertas que pueden variar en tamaño y profundidad. Las úlceras de piel pueden ser dolorosas y pueden tardar mucho tiempo en sanar, dependiendo de su causa y el estado general de salud del paciente.
Las úlceras de piel son heridas abiertas que se forman cuando hay daño en la piel y los tejidos subyacentes. Pueden ser causadas por diversos factores, como presión prolongada sobre la piel (úlceras por presión), infecciones, circulación deficiente, diabetes, o lesiones. Es importante identificar la causa para tratar adecuadamente la úlcera.
El diagnóstico se realiza a través de un examen físico en el que el médico evalúa la úlcera, su tamaño, profundidad y características. También se puede realizar un historial médico para identificar factores de riesgo o condiciones subyacentes. En algunos casos, pueden ser necesarias pruebas adicionales, como cultivos o análisis de sangre, para determinar si hay una infección.
El tratamiento depende de la causa y gravedad de la úlcera. Generalmente incluye limpiar la herida, aplicar vendajes adecuados, y, en algunos casos, medicamentos tópicos o antibióticos. Es fundamental abordar cualquier problema subyacente, como mejorar la circulación o controlar la diabetes. En casos severos, puede ser necesario realizar cirugía para remover tejido dañado o infectado.
Es importante mantener la úlcera limpia y seca, cambiar los vendajes según las indicaciones del médico, y observar signos de infección, como enrojecimiento, hinchazón o secreción. También se debe evitar la presión sobre la úlcera, especialmente en el caso de úlceras por presión, utilizando almohadillas o dispositivos de alivio. Seguir una dieta equilibrada y mantenerse hidratado también puede ayudar en la recuperación.