Las laceraciones son heridas abiertas en la piel o en los tejidos subyacentes causadas por un corte o desgarro. Pueden variar en profundidad, tamaño y severidad, y son comunes en situaciones de trauma físico, como caídas, accidentes deportivos, cortes con objetos afilados o lesiones por accidentes laborales.
Si te haces una laceración, es importante limpiar la herida con agua y jabón suave para eliminar cualquier suciedad o bacteria. Aplica una compresa estéril y, si es necesario, presiona para detener el sangrado. Si la laceración es profunda, no deja de sangrar o muestra signos de infección, busca atención médica.
Debes buscar atención médica si la laceración es profunda, si hay sangrado que no se detiene después de unos minutos de presión, si la herida está muy sucia o tiene objetos extraños, o si muestra signos de infección, como enrojecimiento, hinchazón, o secreción de pus.
La necesidad de puntos de sutura depende de la profundidad y el tamaño de la laceración. Generalmente, si la herida es más profunda de 1/4 de pulgada o si los bordes de la herida no se juntan, puede ser necesario suturarla. Un médico evaluará la herida para determinar la mejor opción de tratamiento.
Después del tratamiento de una laceración, es importante seguir las instrucciones del médico para el cuidado de la herida. Mantén la herida limpia y seca, cambia el vendaje según las indicaciones, y observa cualquier signo de infección. Si tienes preguntas o preocupaciones sobre la cicatrización, no dudes en contactar a tu médico.