Las heridas infectadas son lesiones en la piel o en los tejidos subyacentes que han sido invadidas por microorganismos patógenos, como bacterias, virus u hongos. Esta infección puede ocurrir en cualquier tipo de herida, ya sea accidental, quirúrgica, o como resultado de enfermedades crónicas, y puede llevar a complicaciones significativas si no se trata adecuadamente.
Los síntomas pueden incluir enrojecimiento, hinchazón, calor, dolor creciente y la presencia de pus. En algunos casos, también pueden presentarse fiebre y malestar general.
El tratamiento incluye limpiar la herida y, en casos graves, prescribir antibióticos. En algunos casos, se puede necesitar drenar el pus o eliminar tejido muerto.
Si sospechas una infección, consulta a un médico de inmediato para que te ofrezca el tratamiento adecuado y evite complicaciones mayores.
Mantén la herida limpia y seca, lávate las manos antes de tocarla, y usa vendajes estériles. Si la herida es profunda o grande, busca atención médica.